Gorga significaría «lugar de aguas» en la lengua de árabes.
Otros estudiosos del tema apuntan que se trata de una corrupción del Nativo «gurgu» denominación que recibía un hoyo de agua donde la corriente se encharca y se amansa. Hay quien afirma que el nombre podría ser anterior, es decir, iberia. Sea como sea la cuestión de la toponimia, lo cierto es que no encontramos el nombre de Gorga, como ya se ha dicho, hasta después de la Conquista. No hay ningún documento anterior.
Después de la romanización de estas tierras, época comprendida desde la conquista romana hasta la llegada de los visigodos, período que puede abrigar muy bien los setecientos años, llegaran los árabes que empiezan a invadir la península ibérica el año 711 (D.C). Sobre el 718 de nuestra era se apoderan de nuestro país y debieran transcurrir exactamente quinientos veintisiete años para que las tropas del rey conquistador incorporen las comarcas meridionales del Reino de Valencia a la civilización occidental y cristiana.
Una prueba indiscutible de ello sería la lengua que se habla en Gorga y la gran devoción que todos los hijos de la Villa, sin distinciones, profesan a la sublime imagen de Nuestra Señora de Gracia, talla policromada de ingenua ejecución que tiene la veneración incondicional de todos los gorgueros. Así pues, el año 1245 será el hito clave para el devenir del pueblo de Gorga, enmarcado dentro del reino conquistado por Jaime I. Ahora es necesario que los esfuerzos de aquellos que vinieron de tierras del Pirineo y otras comarcas del norte, como fueron guerreros y repobladores cristianos de la villa, sean honrados en nuestra memoria para ganar un futuro de tolerancia, respeto y civismo que se merece la singular Villa de Gorga, sin olvidar nunca el pasado, porque nuestro sueño son las raíces que se hunden en la historia y que nos proyectarán hacia un mañana más real y auténtico, donde la cultura, la hermandad, la paz y la libertad sean condiciones irrenunciables para todos.